Función social de la propiedad

EL HÉRCULES de los ERE fraudulentos, el maciste del paro, el gigante de la corrupción al sur de Despeñaperros, o sea, José Antonio Griñán, ha echado mano de un latiguillo de la Teología de la Liberación (en su caso, Patología de la Apropiación) para justificar su asalto a la propiedad privada de los pisos en alquiler con inquilinos que no pagan. El sucesor de Chaves como ministro de Trabajo y presidente de la Junta de Andalucía, o sea, archiheredero de la Pomada, ha dicho que la propiedad tiene un límite, que es su función social. ¡Ah, lo social! ¡Qué olvidado lo teníamos desde Solís! Le ha faltado añadir a Griñán que su Gobierno socialcomunista es el que decidirá qué función social le parece adecuada para la propiedad que no es suya. Porque seguro que la propiedad del presidente de la Junta tiene una función esencial: pertenecerle a él. No sé los pisos y propiedades que tiene el neoteólogo sevillano pero estoy seguro de que él está seguro de que tienen una sagrada razón de ser: la de ser suyos. A Griñán le ha faltado salir en plan Chávez, con zeta, ante las cámaras de Canal Sur y tronitonar: «¡exprópiese!». Aunque como lo suyo es suceder, puede trocar la boina golpista por el sombrero de paja con pajarito encima, como Maduro, el sucesor de Chávez, e irse al patio de Monipodio a tomar clases de ganzúa.

El sucesor de Chaves, con ese, otro fraile mendicante sin un chamizo donde caerse muerto, tiene un problema: que el dedo expropiador señale alguna de las 5.000 viviendas vacías de la propia Junta de Andalucía, tras deshauciar a los que no pagaban. La rojísima consejera de vivienda, aspirante al trono de los escraches, firmó el año pasado más de cien deshaucios, como ha demostrado Pedro de Tena en Libertad Digital. O sea, que lo de la función social de la propiedad, vulgo atraco, es fruto teológico reciente. Se les ha ocurrido a los comunistas y/o socialistas para tapar el escandalazo de los ERE fraudulentos, homenaje a la propiedad en forma de apropiación que han rendido al pueblo trabajador Alí Babá y los cuarenta mil ladrones de la juez Alaya. La función social de la propiedad es que no esté al alcance de los déspotas. De ahí el «No hurtarás» de los Diez Mandamientos. Donde los políticos no respetan la propiedad, no hay libertad ni prosperidad. O sea, Cuba; o sea, Andalucía.

>Veael videoblog de Carlos Cuesta La escopeta nacional. Hoy: Pirómanos involuntarios.